Esta mañana, cuando me dirigía a mi trabajo, estaba escuchando en la radio la reflexión espiritual de Mons. Jesús Delgado (Radio Paz de El Salvador), quien hablaba de las tres edades más importantes en la vida del hombre, en cuanto al encuentro con Dios se refiere. Me llamó mucho la atención, cuando dijo que esas edades son:
- A un año
- A los tres años
- A los cuarenta y ocho años
Pasando por alto la base histórica de esta reflexión, quiero centrarme más en el porqué de estas edades:
A un año de nacido
En el primer año, menciona Mons. Delgado, es cuando el bebé conoce a Dios por medio de la familia. En su primer año de vida, el bebé tendrá o no la dicha de conocer a Dios por medio del amor sus padres, del cuidado que recibe de ellos, la protección y la alimentación adecuada para su crecimiento como ser humano. De igual manera, es cuando está en el seno de un nuevo mundo que lo ha recibido con los brazos abiertos, donde la demás familia entrega un poco más de sí para el cuido y protección del bebé. De este primer año depende el bien estar físico del niño y la supervivencia en este mundo que lo espera con muchos problemas y retos que enfrentar. ¿Cuántos niños recién nacidos o menores de un año que no tienen la dicha de nacer en el seno de una familia amorosa, espiritual y sobre todo, llena de Dios?
Alrededor de los tres años
Cuando el niño o niña llega a esta edad, ha dado otro paso importante en su vida: está aprendiendo a aprender. Es en este momento, donde el subconsciente se está alimentando de las costumbres, valores, actitudes, cultura y otras enseñanzas básicas que, consciente o inconscientemente los padres y la familia le están transmitiendo al niño o niña. Es aquí donde la Iglesia Doméstica debe tomar mucho protagonismo, porque la imagen y concepto de Dios que aquí se aprenda, será lo que quedará marcado en la persona de forma permanente. Según Mons. Delgado, lo que después de esta edad se aprenda de Dios, se aprende en la doctrina o se memoriza, y es por eso que muchas personas viven una religiosidad vacía; pero lo que se aprenda en la edad de tres años, es subconsciente y dejará la huella imborrable de Dios en la persona, que al momento de recibir la doctrina y viva la religión, lo hará con más amor y le encontrará más sentido a la búsqueda de Dios.
A los 48 años
No hay que tomar esta edad en forma exacta, sino como una edad que representa la madurez en la persona. Donde ya ha vivido las diferentes facetas en su vida, pasando por las modas juveniles, las enseñanzas universitarias, teorías económicas: capitalismo vs comunismo, políticas, educando a sus hijos (si los tiente), en algunos casos peleado con ellos, cometiendo errores, viviendo en ambientes laborales de toda índole, creciendo y luchando en sus comunidades, etc, etc, etc; en fin, experiencias que han moldeado el carácter a través de los diferentes sucesos. Y todo esto, el ser humano lo vive en medio del deseo de encontrar la felicidad, tanto en lo material (dinero, bienes, salud) como en lo espiritual (amor, realización personal, alegría), pero siempre se da cuenta que hace falta algo… si a la edad de 1 y 3 años conoció a Dios, entonces buscará a Dios, y se encontrará con Él; pero si no fue así, Dios siempre lo estará buscando, en diferentes formas, pero lo estará buscando. Y al encontrarse con Dios nuevamente, tomará otro sabor y se habrá crecido espiritualmente y se afrontará mejor la edad adulta.
Esta reflexión hecha por Mons. Delgado me dejó mucha enseñanza, y me he estado haciendo la pregunta que él nos hizo a los radioescuchas: “Y tú, ¿a qué edad te encontraste con Dios?”
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